miércoles, 26 de agosto de 2009

Sostiene Keith Richards...

... que el mejor cigarro no es "el de después", sino el de "durante".


Anexo: Los Picapiedra lo sabían.

lunes, 24 de agosto de 2009

La conjura se tambalea

Dr. Strangelove: Y lo peor es que no se tambalea porque vaya borracha, sino porque camina sin dirección. Como el goliardo más "responsable" y de más edad, me siento obligado a dar un toque de atención a mis compañeros y amigos. Hace unos días se cuestionaban los difusos objetivos de esta conjura y, en efecto, parece que los goliardos están especialmente dispersos en estos días de verano y temo que hayan perdido irremisiblemente el Norte.

Después de varios meses de frenética actividad etílica y erótico sentimental, nuestro anfitrión Lobo de Bar ha estado una semana entera prácticamente sin salir y, agravando esta circunstancia, ha dedicado el fin de semana a hacer deporte. Trata de justificarse con eso de "una vez al año..." pero a mí no me vale. Un buen goliardo no puede dejar el alcohol una semana entera y sólo ve deporte en la tele y de lejos, el único que puede practicar por sí mismo es el levantamiento de botella mágnum de oporto.

El Profesor Marmordo sigue leyendo libros raros refugiado en el burdel que parece finalmente ser real y no metafórico, pues ha llegado a correr el rumor de que anda enamorado de una fulana de tendencias románticas que utiliza "Jarifa" como nombre de guerra.

El Tío Matt, que aparece y desaparece como el Guadiana, casi sin haber contado nada de Argentina, está planeando una escapada a Canadá. Pero quien más me preocupa es Hunter, ya que no tener noticias suyas estando infiltrado en el temible mundo de los negocios me hace temer lo peor.

Y hay mucha gente afín a la conjura que parece haber desaparecido. Así ocurre con los amigos de Tucson, que hace tiempo que no nos informan sobre extraños acontecimientos del mundo exterior, o con Ze Tubarao, al parecer inválido y perdido en las montañas, o Túbal, también en las montañas y, encima, haciendo un montón de deporte, e incluso el Sr. Chinaski, al que quizá encontremos después de su peligroso tour de fiestas populares veraniegas pidiendo en la puerta de alguna iglesia para comprar tetra bricks de Don Simón.

En estas circunstancias, están cobrando protagonismo el inescrutable lado femenino de la conjura, con Elena y Rouse al frente, el nefario Baute y su repelente sonrisa y, más peligroso aún, Vinicius Mond, que puede traernos la perdición por vía penal, ya que está perseguido por la CIA en varios estados de EE.UU., por la Interpol en buena parte de Europa y por la benemérita en las sierras de Teruel.

Con este desolador panorama temo que la conjura se vaya al carajo. ¿Qué pensará San Bukowski de todo esto?

jueves, 20 de agosto de 2009

Adán Buenosayres

Profesor Marmordo: Con gran pena acabo de terminar de leer Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, uno de los mejores libros que han pasado ante mis cansados ojos.

Esta obra, asaz difícil de conseguir incluso en su país de origen (Argentina), llegó a mis manos como un regalo por el que deberé eterna gratitud a su hacedor.

Como se nos explica en el breve “Prólogo Indispensable”, el libro está dividido en 7 partes: las cinco primeras narradas en tercera persona por el autor, y la 6ª y la 7ª en primera persona, presuntamente escritas por el propio Adán Buenosayres.

En los cinco primeros capítulos se nos relatan los dos días de la metafísica vida del protagonista utilizando un tono entre épico y lírico. Las aventuras de Adán Buenosayres junto a sus amigos (que no son sino trasuntos de integrantes del grupo martinferrista, compañeros del propio Marechal, como Borges, Xul Solar, Scalabrini Ortiz o Jacobo Fijman) están plagadas de cultismos, diálogos absurdos y/o filosóficos y fino humor en una sucesión de escenas delirantes e inolvidables.

El sexto capítulo, el más poético, nos habla de la evolución del alma atormentada y enamoradiza de Adán, mientras que el séptimo, que ocupa casi la mitad de la novela, es una irónica revisión del viaje a los infiernos de Dante, extrapolado a un erebo personal donde se exponen los defectos de la época y el país.

Esta magnífica obra ofrece material para escribir una tesis, y no de las cortas, pero por problemas de extensión me limitaré a decir que destaca por la libertad de sus planteamientos, por su capacidad crítica, su rico vocabulario, su soterrado lirismo y su elegante humor. Ofrece cierta dificultad de lectura y es bastante extenso, pero estos sacrificios son nimios si los comparamos con el deleite intelectual que aporta a quien se adentra en sus páginas.

Es una vergüenza que sea un libro tan difícil de conseguir y tan poco conocido por el gran público. Pero tranquilos, la prensa dice que hoy la gente lee más que nunca y que eso es bueno aunque lo leído sea el prospecto del Prozac, el Marca o Dan Brown.

domingo, 16 de agosto de 2009

Esto es lo que canta...

..., solitaria en un rincón de mi cerebro, la única neurona que ha quedado tras los últimos días de farra:

martes, 11 de agosto de 2009

Grafitis argentinos

Matt de Bar: Antes de que el Dr. Strangelove se lance a relatar y criticar la intensa pero inconfesable actividad erótico-sentimental de mi sobrino en los últimos días me adelanto para escribir uno de los post pendientes desde que estuve con él en la Argentina.

En ese gran país tienen buen gusto para los grafitis callejeros y en vez de predominar las típicas firmas cutres del capullo de turno se ven bastantes hechos con plantilla, muchos con connotaciones sociopolíticas.

Esta foto es de Santa Fe.


Esta de Córdoba.

El D2 era un centro de detención ilegal durante la dictadura.

Esta no necesita explicación.

El dibujo de abajo es menos político.

Esto no es un grafiti, pero sí un buen consejo.

El favorito de Vinicius Mond:



jueves, 6 de agosto de 2009

Revolviéndose en la hamaca

Vinicius Mond: sigo en periodo vacacional, pero cada vez me cuesta más morderme la lengua ante las continuas calamidades políticas que nos rodean y que nos terminan salpicando a todos y ante el mal gusto que impera en la mayoría de playas de nuestro país.

Argggg. ¡Camarero! ¡Otra caipirinha!