Hablaremos hoy de este peculiar templo, sito en la curvilínea calle Doctor Juan José Rivas (me acabo de enterar de su nombre), entre San Juan de la Cruz y Mariano Barbasán.
Lo primero que hay que decir es que se agradece su peculiaridad en una urbe mundialmente famosa por su alcoholismo pero que está viendo cómo últimamente desaparecen sus garitos mas míticos al tiempo que proliferan los bares idénticos de pachanga para descerebrados y las algo más sofisticadas pero casi siempre impersonales cervecerías irlandesas.
Nada más entrar se aprecia que el bar tiene carácter y no sólo un nombre excelente. El local es bastante amplio y tiene dos barras, una a la derecha de la entrada, en un entorno de aire morisco, con azulejos, arcos y cortinas. La otra frente a un grupo de mesas de madera donde paliquear. Al fondo, hay un billar y una diana por si alguien quiere demostrar que es un negado. La decoración tiene un encanto gótico: el suelo ajedrezado, las columnas, los cuadros sombríos, algunos muebles vetustos, las velas y otros cachivaches oníricos...
Es un bar de ambiente tranquilo, para ir a tomar una copa, a charlar o a escuchar buena música porque el dueño, el tipo con las patillas-perilla más trabajadas de la ciudad, tiene el buen gusto de poner, por ejemplo, a Nick Cave, pero sin cortarse de pinchar cosas algo más modernetas, y siempre con criterio. De vez en cuando hay conciertos, en petit comité, ya comentamos uno de ellos.
La clientela va de algún universitario con buen gusto a viejas glorias, sin agobios. A veces casi se echa de menos algo más de movimiento, sobre todo si es sábado y suena algo animado, quizá sea ésta la única pega que se le puede poner al bar, aunque también es posible que de llenarse perdiera parte de su gracia.
No hay nada que objetar a las consumiciones, hay Ambar (jarra a 2,5€) y las copas van a 5€, unos precios en la parte baja dentro de lo habitual en los garitos de tarde-noche.
El teatro de las ánimas es en mi opinión el bar con más encanto de Zaragoza, creo que San Bukowski estaría cómodo en él y, no me cabe duda de que sería el que eligiera Tim Burton para tomarse una copa de pasar por la bimilenaria ciudad. Le pongo nada más y nada menos que 6 BOBs.
Lo primero que hay que decir es que se agradece su peculiaridad en una urbe mundialmente famosa por su alcoholismo pero que está viendo cómo últimamente desaparecen sus garitos mas míticos al tiempo que proliferan los bares idénticos de pachanga para descerebrados y las algo más sofisticadas pero casi siempre impersonales cervecerías irlandesas.
Nada más entrar se aprecia que el bar tiene carácter y no sólo un nombre excelente. El local es bastante amplio y tiene dos barras, una a la derecha de la entrada, en un entorno de aire morisco, con azulejos, arcos y cortinas. La otra frente a un grupo de mesas de madera donde paliquear. Al fondo, hay un billar y una diana por si alguien quiere demostrar que es un negado. La decoración tiene un encanto gótico: el suelo ajedrezado, las columnas, los cuadros sombríos, algunos muebles vetustos, las velas y otros cachivaches oníricos...
Es un bar de ambiente tranquilo, para ir a tomar una copa, a charlar o a escuchar buena música porque el dueño, el tipo con las patillas-perilla más trabajadas de la ciudad, tiene el buen gusto de poner, por ejemplo, a Nick Cave, pero sin cortarse de pinchar cosas algo más modernetas, y siempre con criterio. De vez en cuando hay conciertos, en petit comité, ya comentamos uno de ellos.
La clientela va de algún universitario con buen gusto a viejas glorias, sin agobios. A veces casi se echa de menos algo más de movimiento, sobre todo si es sábado y suena algo animado, quizá sea ésta la única pega que se le puede poner al bar, aunque también es posible que de llenarse perdiera parte de su gracia.
No hay nada que objetar a las consumiciones, hay Ambar (jarra a 2,5€) y las copas van a 5€, unos precios en la parte baja dentro de lo habitual en los garitos de tarde-noche.
El teatro de las ánimas es en mi opinión el bar con más encanto de Zaragoza, creo que San Bukowski estaría cómodo en él y, no me cabe duda de que sería el que eligiera Tim Burton para tomarse una copa de pasar por la bimilenaria ciudad. Le pongo nada más y nada menos que 6 BOBs.