sábado, 31 de diciembre de 2011

A cascarla con el 2011

Estadísticas goliardescas del año que termina, una recopilación tan innecesaria como catártica:

Borracheras de Lobo de Bar: 196, perdón, 197.
máximo número de días de farra consecutivos: 13

Neuronas restantes en el cerebro de Lobo de Bar: -770

Películas vistas por el Dr. Strangelove: 244
Favoritas: El infierno, Dos en la carretera, Mary & Max, Malas tierras, Millennium mambo

Libros leídos por el Profesor Marmordo: 40
            Favorito: La muerte de Artemio Cruz

Cosas que los goliardos hicieron bien cuando podían hacerlas mal: 0

Países visitados por Matt de Bar: 2

Orgasmos hacia dentro del Dr. Strangelove: Estima unos 315

Seguidores perdidos por la conjura: 0

Fanáticos dispuestos a matar por Vinicius Mond: 0

Fanáticos dispuestos a matar a Vinicius Mond: 666

Enamoramientos del Profesor Marmordo: 483

Goliardos que han caído en las azarosas redes de Eros: 1,8
           
Naufragios de Lobo de Bar: 0,8

Transformaciones en demonio de Tasmania de Zé Tubarao: 7

Ácido consumido por Hunter: 6,3 galones.

Apariciones del Narrador Omnisciente: 11

Cartas de los amigos de Tucson: 1

Nuevas secciones en la conjura: 3

BOBs otorgadas por Lobo de Bar: 23

Dictadores admirados por Vinicius Mond fallecidos: 2

Villancicos colgados a destiempo: 1

Propósitos de enmienda para 2012: 0


Y este año nos despediremos con:


martes, 27 de diciembre de 2011

La voz grave

Tener voz de barítono o de bajo da un toque molón a la hora de cantar:

Música chunga, llámese gótica, satánica y también rock, metal, etcétera:



Pero también hay quien hizo carrera con la voz grave (eso sí, más acariciadora) cantando temas pasteleros:



Y quien la utiliza para hacer covers:

viernes, 23 de diciembre de 2011

Crítica de Bar: El páramo


No es ningún secreto que la zona de Bolonia – La paz es del gusto goliardesco y resultaba imperdonable no haber escrito una crítica sobre el bar que lleva más tiempo sobreviviendo los vaivenes de la farra mañolandesa: El páramo.

Siendo un todavía un borracho de teta salía por los alrededores y me llamaba la atención esa calavera bovina rodeada por un neón rojo, pero por entonces no me atrevía a entrar e hice bien, no estaba preparado, porque El páramo es un bar para decanos de la noche. Y no me refiero a la edad, sino a la experiencia y capacidad de disfrute de su ambiente crepuscular. 

Con decoración en madera y western, carteles de Pancho Villa y de Tom Waits, poca luz y hasta una máquina de paintball, es fácil detectar que se trata de un bar con carácter, disímil a cualquier otro de la urbe. A la entrada hay unos postes donde dejar el hipotético caballo, luego una larga barra y, al fondo, una zona con alguna mesa que se puede transformar en un pequeño escenario para conciertos y donde, incluso, he visto proyectar alguna película muda.

Abre casi todos los días y es muy recomendable para tomar una copa o unas cervezas relajadas, disfrutando de una buena conversación y de la música. Predomina el rock pero según el día se puede escuchar jazz, blues, hardcore, soul, folk, cuntry... u otros sonidos siempre fuera de lo comercial.

El ambiente... ya lo he dicho: para decanos de la noche, se ven pocos chavales, hay más bien gente de veintimuchos para arriba, unos cuantos girados, algún loco interesante, quizá no muchas féminas, pero eso es lo habitual en los bares más apreciados por esta conjura. Y es un sitio bastante familiar, en buena parte porque la concurrencia es fiel y también gracias a la cordialidad de los dueños y camareros.

Para este crítico El páramo merece por lo menos 5 BOBs.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Los goliardos ponen escena a My alcoholic friends de The dresden dolls.


Imagen de un puerto en el amanecer gris de un día nublado. Ha llovido. A un lado se ve el mar, confundido con el cielo bajo la luz pálida, al otro una fila de casas blancas, con los marcos de las puertas y ventanas pintados de colores vivos, un neón anuncia un bar. Se apagan las farolas y una chica alta y delgada, con un largo abrigo sale tambaleándose del tugurio. La cámara permanece estática y alejada de la escena. Ella se detiene a unos metros de la puerta del bar y se da la vuelta para mirarlo. Luego sigue caminando, titubeante, hasta que sale de campo.

La cámara la sigue ahora desde atrás, mostrando su melena castaña y despeinada, se la rasca torpemente un par de veces. De repente la cabeza desciende y sale de campo, se le oye vomitar. De fondo se ve, desenfocado, un pequeño parque con unos columpios y un tobogán. La cabeza vuelve y la cámara avanza con ella hasta los columpios.

Al llegar la cámara se detiene, la chica se sienta en el columpio, al girarse vemos su rostro, se le ha corrido el rímel y tiene la cara sucia pero es hermosa. Apoya su cabeza sobre la cuerda del columpio y entorna los ojos, apenas se balancea, parece triste. Luego sonríe, mira hacia el suelo, claramente ebria, recordando algo.

Cambio de cámara, ahora se ve a media distancia el columpio desde detrás, con el mar de fondo, la luz sigue siendo entre gris y azulada. La chica se levanta y empieza a caminar como si volviera al bar pero se da la vuelta y va en dirección contraria hasta salir de campo.

Imagen de una puerta, la mano de la chica llama al timbre y al rato aparece un chico con una camiseta blanca, se acaba de despertar. Parece sorprendido.

-          ¿Qué...? ¿Qué haces aquí?
-          (Primer plano de ella, ajada, entrañable, muy borracha, no le mira a los ojos) Quería... quería columpiarme y yo sola no puedo... Ven conmigo.
-          (Primer plano de él) Pero... (mira dentro de casa y vuelve a mirarla a ella, sonríe).

Vemos cómo ella se da la vuelta y empieza a caminar, pisa un charco y dice, sin mirarle:

-          Trae vino.

Él se echa a reír y va a buscar una botella, deja la puerta abierta, aparece con un abrigo encima de la camiseta y una botella de vino. Corre a buscarla. La cámara permanece donde estaba pero se gira para que veamos cómo la alcanza y la rodea con el brazo. Se alejan.

sábado, 17 de diciembre de 2011

A los treinta años, Cristo empieza a predicar


Mateo 4:12-23

 Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea. Partió de Nazaret y se fue a vivir a Capernaúm, que está junto al lago en la región de Zabulón y de Neftalí, para cumplir lo dicho por el profeta Isaías:

    «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo que habitaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido.»

Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca.» (extraído de http://www.biblegateway.com)

Siempre que encuentro movidas como ésta me digo que debería leerme la Biblia. 

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Por qué nos gustan tanto las camareras?

El otro día, el ilustre blogger Raúl nos recomendó escuchar la siguiente canción:



Y ésta, además de satisfacer el gusto goliardesco (y resultar extrañamente cercana a algunos) nos hizo rememorar la infinidad de camareras que han pasado por nuestras vidas y nos llevó a preguntarnos ¿por qué nos gustan tanto las camareras? El Dr. Strangelove cree tener algunas respuestas.

Dr. Strangelove: El primer y más obvio motivo para que nos gusten es que las camareras actúan como reclamo de los establecimientos donde trabajan y entre los criterios por los que las eligen la belleza suele tener un papel fundamental. Es decir: las camareras suelen estar buenas.

Además, trabajan en un lugar que los goliardos aman, los bares, y suelen estar oscuros y ellos suelen estar ebrios, todo lo cual invita al enamoramiento, al menos al enamoramiento goliardesco.

Por otra parte, al suministrar alcohol, las camareras ejercen una función básica en la vida de todo goliardo y se asemejan en cierta forma a las enfermeras curando o, al menos, cuidando de sus almas, y esto resulta bastante morboso.

Para finalizar, señalaré que las camareras están a la vista de todos, en no pocas ocasiones son la chica más bella del bar o incluso la única, y su trabajo tras la barra dificulta su huída. Esto despierta dos instintos contrarios en los goliardos, por un lado, el verla asediada ante una turba de degenerados borrachos estimula su instinto protector. Por otro, saber que es deseada por muchos y que generalmente tiene un carácter esquivo y difícil por su dilatada experiencia en deshacerse de pretendientes indeseados, supone un reto harto apetecible.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Down under

Escribo simplemente para comunicar que mi difusa presencia en la blogosfera durante las últimas semanas no se ha debido a ningún hecho traumático. Estaba disfrutando de nuevas aventuras junto a mi tío Matt en un viaje que me ha llevado al quinto continente y al quincuagésimo país que visito.

El de la foto de abajo no soy yo:


Tirando recto por aquí se llega a la Antártida (el agua estaba fría de coj****):


Ya pondré más fotos, aunque lamentablemente mi cámara terminó peor el viaje que yo y no hay testimonio gráfico de gran parte del mismo.

En cuanto aterrice del todo me pongo las pilas y le doy un poco de vidilla al blog, saludos a todos.