Inauguramos la sección. Hace ya varias semanas comentaba mi deseo de convertirme en crítico de bares, algo tan poco reconocido como necesario.
Mi primera reseña, no podría ser de otra forma, es para “el Bar”, ese garito innominado de la calle Pilar Lorengar de Zaragoza, en cuya puerta sólo puede leerse esa palabra que tanto amamos, “Bar”, en un neón deslucido y cubierto de polvo.
El Bar es un antro bukowskiano, de una sobriedad etílica. Sobre las mesas y los taburetes obscuros, sin adornos, penden unas lámparas infundibuliformes que iluminan las bocanadas de humo de los habitantes del edículo, la barra tampoco ofrece alardes y los únicos detalles decorativos del bar son las sucias estanterías de madera llenas de botellas y cachivaches, una jukebox que hace mucho que no funciona y los pequeños cuadros y pósters de discos vetustos que cuelgan de las paredes.
No es un bar que se caracterice por su limpieza, de hecho, su nivel de mugre suele superar lo admisible para las almas más escrupulosas, pero esto también tiene su encanto. Quizá un día las toallas de la barra, empapadas de cerveza, salgan caminando o se pongan a bailar, algo, sin duda, divertido.
El ambiente suele ser calmado: grupos de amigos que charlan, almas solitarias en pena, potenciales dipsómanos que leen, escriben o escuchan la música proyectada por una pantalla plana un tanto extemporánea en el casi sórdido bar. La edad de los presentes es variada, pero no lo frecuentan muchos jóvenes, de vez en cuando algún universitario de gustos goliardescos.
La música consiste en largas sesiones de videoclips de los años 60-80, con alguna incursión en terrenos más actuales, con preponderancia del rock pero sin desatender el pop, el funky, el soul, el blues, etcétera, y sin que falte alguna excentricidad, a veces de dudoso gusto.
El dueño de tan particular agujero, Juan, es una vieja gloria de edad indefinida y aspecto descuidado: barba y pelo (escaso y largo) canos, ojos vidriosos y un tanto saltones, camisa de leñador sobre barriga prominente. Curtido en mil batallas, a veces cuenta anécdotas sobre la mítica farra zaragozana o habla sobre temas variados: mujeres, política, pero eso es sólo cuando le apetece o le caes en gracia, no es de esos barmans que hacen la pelota a sus clientes, él va a su bola, y si se le llena demasiado el bar lo cierra, y si no le caes bien será correcto pero sudará de ti.
Con ese carácter no extraña que sus horarios sean tan difíciles, a mí, la primera vez me costó encontrar el Bar abierto, porque sólo lo hace de 20 ó 20:30 a 24 entre semana y de 23 a 3 viernes y sábados. Los domingos cierra y el resto de los días, si no hay gente, se ralla o se aburre, también.
Y es un bar de verdad, no una cafetería, ni un sitio donde tengan comida. Sólo hay cerveza y copas, y el único reproche que le podemos achacar es que el grifo sea de Estrella, aunque sí hay Ámbar de botellín. Los precios son moderados: jarra tamaño pinta a 3€, cubata a 5€.
En definitiva, diremos que es un bar desaconsejable para muchos: para todos los que busquen acción o pachangueo, o ambiente indie y cultureta, para quienes gusten de bares cool. Sin embargo, para otros entre los que me incluyo, es un templo, un lugar mágico y puro de decadencia y perdición donde encontrar la paz ebria que todo goliardo busca.
Dudo que este artículo sirva para nadie que no lo conozca vaya en busca del legendario garito, pero si así fuera, espero que sea gente que no rompa el karma del lugar, pues la maldición de San Bukowski caería sobre él.
7 BOBs
Hace 9 meses
10 comentarios:
Coincido con tu crítica, Señor Lobo de Ídem. Es un maravilloso bar donde leer y/o conjurar mientras bebes cervezas y echas humo. Y lo más curioso del bar: Los ceniceros se llenas solos hasta los topes. Se ve que las almas que pululan por este garito eran fumadoras compulsivas en vida.
Sr. Chinaski
hay que establecer una nueva categoría de clasificación, "tres cervezas michelín", o algo!! buena descripción, sí señor. gran tema también, lo conocí en su día por la versión de los christians, pero el original es insuperable!!
-hola lobo, que tal? por dónde paras?
-en el bar,
-ahhh, espera que voy!
Yo no he estado nunca en ese garito pero la verdad es que se parece a los que yo frecuento en los madriles, si voy a Zaragoza me paseré a verlo por lo menos para ver si es como lo cuentas.
De todas formas, creo que el mejor bar está en un pueblo llamado Oteruelos y que también tiene unos horarios muy raros y unos precios todavía más, jejejeje.
Lobo, me gusta esta nueva faceta tuya: crítico-de-bares. Y si me permites la recomendación, deberías pasarte por El lince (plaza San Marta) y dejarte fascinar, no por el navideño espumillón que decora alegremente el establecimiento, sino los tres dedos de polvo que hay sobre él y que desafían algremente el poder de la gravedad.
Sr. Chinaski, pronto nos citaremos en el legendario antro, y quizá seamos un día uno de esos espíritus que llenan los ceniceros :p
Raúl, lo de las tres cervezas michelín o algo similar es buena idea, tengo que planearlo bien, teniendo en cuenta las diferencias entre los tipos de garito.
Elena, pues vente :p
Nuri, ese bar de Oteruelos es tan extraño que aparece y desaparece como el Guadiana, y se rumorea que el 80% de los beneficios proviene de sus 2 ó 3 mejores clientes.
Edhigy, he estado alguna vez en el Lince de Santa Marta (creo que hay otro) y admirado su impresionante capa de polvo. De todas formas, por ahora las críticas se centrarán en bares de copas, que es lo mío, no sé si atreverme con las críticas culinarias, sería intrusismo profesional :p
En otro orden de cosas, como profesional del gremio de críticos tabernarios no remunerados, me pasé ayer por la inauguración del López, la esperanza blanca de las discotecas zaragozanas.
Es pronto para dar un veredicto, pero la primera impresión fue buena, cuando no tocó la banda (un auténtico coñazo, creo que están especializados en tocar en terceras nupcias de nonagenarios), no pincharon mal.
Físicamente el garito está bien, más chic que bizarro, dos barras y media, luces de colores, esculturas de mujeres desnudas bajo las mesas...
Y el ambiente... veremos cuando funcione más allá de la inauguración, ayer había un poco de todo, con mayoría de asistentes entre los veintibastantes y los cuarenta y algo, algún culturetilla, algún mito de la farra zaragozana, también gente más pija... Al ser un antro de tamaño considerable supongo que en el futuro mantendrá esta línea (quizá con una media de edad algo más baja), no puede tener un ambiente tan selecto y homogéneo como el Bar o la Casa Magnética (cuyo dueño está embarcado en el proyecto López).
En fin, una nueva esperanza, un Luke Skywalker ante la falta de alternativas de diversión en el casco a altas horas de la mañana que comentábamos en el post anterior.
Voy a investigar si todavía existe. En nuestro fanzine http://vayamierdafanzine.es hacemos una reseña por número a un bar de los nuestros, de los cutres.
Siempre hacemos la ruta cutril en Zaragoza en las noches de filosofía variopinta: Lagasca, Brasil, Bonanza y Linares.
A ver si hay suerte y todavía sobrevive dicho paraje cutril.
Enhorabuena por el artículo.
¡Vaya Mierda! Fanzine, desgraciadamente El Bar y su dueño pasaron a mejor vida http://laconjuradelosgoliardos.blogspot.com.es/2012/01/adios-juan.html
Tampoco está abierta ya La Crepa, cuya crítica encontraréis en esta misma página.
Los bares entrañables están en peligro de extinción, pero aún quedan algunos, como los que citáis, y surgirán otros (esperemos).
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