La pérdida de Juan sigue siendo dolorosa e irreparable, pero la vida sigue, y uno de los consuelos que quedan es encontrarse por ahí con alguno de los habitantes del glorioso Bar, tomar unas copas y hablar de nuestro amigo.
Anoche me encontré con uno de los clientes de entre semana, un hombre de unos 50 años, elegante, con bigote y canas tipo Richard Gere, en el Hendrix, un bar degenerado que supongo que algún día comentaré y que abre a las 6 de la mañana. Qué fauna. Los que quedamos aquí seguimos, aullando a la luna.
Anoche me encontré con uno de los clientes de entre semana, un hombre de unos 50 años, elegante, con bigote y canas tipo Richard Gere, en el Hendrix, un bar degenerado que supongo que algún día comentaré y que abre a las 6 de la mañana. Qué fauna. Los que quedamos aquí seguimos, aullando a la luna.
6 comentarios:
Goliardos...siento en el alma vuestro pesar...y me quedo muda ante semejante TEMAZO de los RAMONES que, por si no lo sabíais, es el que sonará el día demi funeral...dicho y escrito está en alguna parte.
Robar a los ricos para dárselo a los pobres siempre me ha parecido una labor encomiable.
Buenos días y gracias por ponerme las pilas de buena mañanita....
Kisses ramonianos.
lobos de bar, licántropos crápulas, guardianes de la memoria noctámbula y de sus habitantes. altísima misión la vuestra. auhhh!!
El recuerdo de ese emplazamiento de 7 Bobs y su insigne mentor merece aullidos de Lobos y otros licántropos. Va por él mi brindis virtual.
Ha sido una gran pérdida. Lo recordaremos con cariño.
No sabía que los amigos de Juan frecuentaban el Hendrix. Eso dice mucho de ellos. Grandes bares, cada uno para lo suyo. Sin embargo, si tengo que elegir, escojo Bar.
Sr. Chinaski
¿Y ahora que va a pasar con el Bar? ¿lo cierran? ...
Deberíais pillarlo vosotros y continuar tan magna obra ...
Tienta la idea de pillar el Bar, pero sería nuestra perdición. Seguro.
Por ahora los Barbitantes seguiremos pululando como almas en pena y aullando cual lobos a la luna, pero quizá un día encontremos un lugar de reunión a la altura de nuestra degeneración. No reblaremos.
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