Los goliardos llevamos tiempo notando que la intensidad de las resacas se acrecienta con la edad y, aunque nuestra capacidad de ir de farra y dejarnos llevar por los excesos permanece intacta, los lunes en el curro sufrimos bastante.
La conclusión, obvia, es que lo de trabajar no nos está haciendo ningún bien. Nos impide dedicarnos por completo a nuestro arte. Malgastamos nuestro talento.
Ante tamaña desgracia, dado que no somos ricos herederos ni podemos vivir de las rentas y la suerte en la lotería y las apuestas de caballos nos está siendo esquiva, buscamos mecenas que financien nuestras juergas.
Sólo con la protección de un admirador adinerado podremos sacar lo mejor de nosotros en lo que mejor se nos da: la jarana, el desenfreno, el consumo desmesurado de alcohol (y algún goliardo de otras sustancias), el peregrinaje nocturno, el debate ebrio y esteril.
Como contraprestación, nuestro futuro adorado mecenas disfrutará de nuestras hazañas etílicas, si quiere, podemos seguir dejándolas por escrito en este blog, si no, quizá se conforme con mantener su conciencia tranquila sufragando nuestro arte como hacían los Médici, sosteniendo la actividad de gente asaz dotada en su autodestrucción, impulsándonos a cruzar límites que ellos no se atreverían a traspasar.
Si no hubiera ningún mecenas que se ofrezca atendiendo a una motivación cultural, también estamos dispuestos a vender nuestro cuerpo. Me refiero a venderlo a la ciencia, no penséis en lo otro, que aún no hemos llegado a ello, si bien, tampoco lo descartamos. ¿No hay acaso laboratorios interesados en investigar la regeneración de nuestros hígados?
Porque en realidad no hay resaca mala, sino días sin beber. Y esto no puede seguir así.
Hace 3 años