La Crepa, en la calle
Francisco de la Ripa, fue la primera crepería de Zaragoza, abierta nada más y
nada menos que en 1976. A día de hoy ya no se dan cenas, pero es un bar con
mucho encanto.
No hay un cartel con
el nombre del bar en la puerta, su símbolo distintivo es un farol que se
enciende cuando está abierto, muy distinguible en una calle solitaria y oscura
que sorprendentemente fue una zona de bares, extinta hace tiempo.
Es un bar pequeño, a
la derecha según se entra hay un par de mesas con bancos bastante nuevos
comparados con el resto del local. A la izquierda hay una barra larga y una
columna. El bar está decorado con cachivaches, carteles de cervezas y una amplia
variedad de botellas. El conjunto es algo recargado sin resultar agobiante.
Además, está bastante más limpio de lo que cabría esperar en un bar de estas
característias, si bien, el baño de tíos es de tipo letrina y no goza del mejor
de los olores.
El dueño, Nano, es
todo un personaje, nómada hace mucho afincado en Mañoland por amor, aficionado
a contar chistes cortos, a hablar sobre la vida y a tararear las canciones que
van sonando.
La música no es
estridente: rock, country, folk, algún cantautor... y abundan las versiones.
Los jueves acuden a tocar en directo unos cuantos amigos y conocidos, fieles al
lugar, sin grandes pretensiones (aunque también va gente muy buena) y mucho
buen rollo, se crea una gran atmósfera.
El resto de la
semana el ambiente es tranquilo y disfrutable, con clientela variada pero no
especialmente joven. Es un antro del absoluto gusto goliardesco. Las bebidas no son baratas, pero hay una amplia variedad
para el tamaño del establecimiento y siempre he defendido que recrearse en un
sitio así merece un pequeño gasto adicional, quien no aprecie la vida de bar, que vaya a los establecimientos de birras a un euro.
6 comentarios:
Pero Lobooooo, no se hace crítica de un bar sin foto que la apostille. Aunque vale, con tu apellido me fío absolutamente de ti con la concesión de BOBs. No parece un mal garito, no.
No conozco ese antro. Me tendrás que llevar algún día Lobo.
Sr. Chinaski
Casi me llevan estas navidades. Para la próxima!
Cualquier antro es bueno si la compañía es grata...y cuanto más cutres y más viejunos, mejor. Me gustan las tascas de mesitas de mármol ajado y aún me gustaban más cuando entrabas y olía a vino rancio y tabaco. Ahora es todo tan asquerosamente pijo y aséptico...¡¡si ya no hay ni cucarachas andando por las tapas, cómo esposible!!.
Kisses.
Kitty, no tengo foto propia, pero igual cuelgo alguna. La verdad es que hasta la fecha las críticas solían ir desnudas, pero tiene sentido lo que dices...
Chinaski, tenía intención de llevarte en tu próxima visita, ya revisaremos tu agenda.
Oria, por curiosidad, ¿quién estuvo a punto de llevarte?
Sincopada, compartimos gusto, yo también tengo alergia a los bares asépticos, en las tascas hay un aroma especial, hay vida y recuerdos de vida, en los otros hay más postureo que otra cosa.
Gracias!!!!! Ahora sí, creo que es un garito muy de mi cuerda. Tanto si voy cuerda como incuerda (lo más frecuente).
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