Este breve relato fue enviado a un concurso cuyo premio era un viaje de doce días para dos personas a Costa Rica, que estimo no valdría menos de 2.000 €. Lástima que no resultara ganador (quedó entre los finalistas), pues hubiera sido la primera vez que cobro más por una hora de trabajo que mi fontanero.
India 2008
Desde la terraza de un cuarto destartalado, terminando de preparar la mochila, echo un último vistazo al Ganges y a los Ghats de Varanasi. Es tarde. Mi tren sale en poco más de media hora y no es sencillo llegar a la estación. Bajo a trompicones las escaleras del ruinoso edificio, me despido del dueño entregándole la llave de la habitación y corro en busca de un autorickshaw. Encuentro uno. Como no puedo demorarme regateando acepto la segunda oferta del conductor, un indio bajito y con bigote, de profunda mirada. Le explico que tengo prisa, él sonríe y enciende el motor sin contestarme. En seguida avanzamos a toda velocidad, apurando al máximo en cada giro, por unas calles tan estrechas que apenas cabe el pequeño auto. Pronto llegamos a una calle principal donde el tráfico es caótico. Por suerte, he caído en buenas manos. El conductor escupe un chorro rojizo de restos de tabaco y, con el ceño fruncido, acelera adentrándose en el tumulto. Avanza sin dudar, esquiva con precisión a los pesados camiones, a los coches de mayor tamaño y a las vacas sagradas, se impone sin dudarlo a las motos y las bicicletas. Conoce su jerarquía en la jungla circulatoria. El viento, la velocidad y la sensación de peligro me hacen sentir vivo. Rememoro la confusión de los últimos días, las sensaciones acumuladas en una ciudad que me ha parecido espiritual y sucia, tan antigua como el hombre, imperturbable, completamente distinta y ajena a Occidente y, mientras observo cómo la abigarrada y quizá inmortal urbe sigue viviendo sin que el tuk tuk ni yo nos detengamos, empiezo a pensar en el tren que voy a coger, en sus vagones maltrechos y superpoblados, y en las próximas paradas de mi viaje: Agra, Jaipur, Jaisalmer, el desierto del Tar... Cierro los ojos para sentir el viento y el polvo, el humo de los camiones y puede que también la presencia de Vishnú. Cuando llegamos a la estación, derrapando cerca de la puerta, me doy cuenta de que estoy riéndome a carcajadas. He llegado a tiempo.
Hace 9 meses
16 comentarios:
El relato es hermoso. No debe haber ganado porque le falta encanto al remate, a las tres últimas líneas.
No te preocupes por las ganancias del fontanero, cada uno tiene su merecido.
Interesante relato y capullos críticos. La próxima vez me avisas antes y hago que parezca un accidente.
Sr. Chinaski
es una lástima que no te hubieran dado el premio, porque está clarísimo que disfrutas cada viaje. buen relato, sí señor.
El relta está muy bien, es una lástima que no te hubieran dado el premio. Admiro tu forma de viajar y de ver las cosas cuando estás allí.
Gracias por vuestro apoyo, y creo que tiene razón Rouse, el final es un poco flojo, debería haber dedicado unos minutos más para redondearlo...
Es que finalizar un relato, sobre todo si es breve, es dificilísimo cuando lo tomás en serio. Un poeta alemán contemporáneo (Gottfried Benn)tuvo en su bolsillo y luego en un cajón un poema sin final, hasta que un día lo encontró y terminó el poema.
Pues la fotito ésa no está nada mal.
La foto que ilustra el cuento me encanta. Es como el cuadro de las Meninas de Velázquez, se ve al autor en un detalle.
Había olvidado preguntar... El término "autorickshaw" es lo mismo que "rickshaw"?
En una colección de cuentos chinos, mencionaban así esos característicos cochecitos donde cabe una persona y son tirados "a sangre" no por un caballo sino por un hombre.
pues a mi me ha gustado el relato, putos jueces
Lastima que no hubieses estado en el jurado Davat, así Lobo ganaba y se iba a Costa Rica.
Gracias por vuestro apoyo. Por supuesto, el relato vencedor era inferior al mío :p (Por cierto, lo cerraba una cita, un recurso bastante cutre para mi gusto).
Sobreviviré.
Sí que es difícil cerrar los relatos cortos, como los poemas, pero también hay gente que lo hace con tal maestría que suple con un buen final las carencias de lo anterior.
Me molan mucho las fotos desde el interior de los coches, autobuses, etcétera, se pueden sacar cosas interesantes y dan mucho juego.
El autorickshaw es una versión motorizada del rickshaw, y es el vehículo en el que voy montado en la foto. Básicamente, es un motocarro que sirve de taxi (en wikipedia hay fotos). Y lo que cuento en el relato es cierto, si coges a un conductor bueno (un Sr. Lobo indio), la sensación es increíble (y el peligro es real).
Yo recuerdo a cierto Sr. Lobo peruano que me llevó por una carretera embarrada, en obras, al borde de un precipicio y lloviendo a mares con un autobús de tropotocientas toneladas.
Sr. Chinaski
Sí Chinaski, yo también lo recuerdo, y a un Sr. Lobo argentino que conducía por un camino imposible hasta Iruya, subiendo 1.000 metros de desnivel para bajarlos después en un recorrido de 25 Km. Y a un Sr. Lobo rumano que el desaparecido Ze Tubarao también recordará, éste conducía un maxitaxi (furgoneta usada como autobús) a 130 km/h por las sinuosas carreteras de los Cárpatos, ni Schumacher.
¡Qué temerarios!jajajajajajajaja
podrían proponerse para desactivar minas como en Hurt Locker de la Bigelow!
Aún no he visto esa película, pero tengo ganas.
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